a carrocería del vehículo.
Es el punto de partida
para la protección de los ocupantes ante un accidente
grave. Un buen diseño estructural del vehículo debe
tener un habitáculo de pasajeros capaz de soportar
grandes esfuerzos para mantener un espacio de super-
vivencia aceptable. A la vez, las zonas delantera y
trasera del vehículo deben haber sido diseñadas para
deformarse en los accidentes graves con objeto de
amortiguar las fuerzas del impacto. Es importante que
estas zonas de absorción retengan el impacto lejos
del habitáculo, puesto que una vez que éste comienza
a fallar, la probabilidad de causar daño a los
ocupantes aumenta rápidamente. Las diferencias en
el diseño estructural entre vehículos de la misma clase
se ponen de manifiesto en los Crash Tests o ensayos
controlados de choque.
Los constructores de vehículos son conscientes
del peligro que supone para un peatón el contacto
con un vehículo, incluso si la velocidad del atropello
es muy baja. Se pretende diseñar vehículos menos
“agresivos” con los peatones, incluyéndose avances
tales como capós activos (que se levantan ligeramente
al detectar un atropello para evitar el contacto de la
cabeza del peatón contra las partes más duras del
bloque motor) o airbags exteriores (que llegan a desple-
garse en la parte frontal del vehículo, entre el capó
y la luna parabrisas, al ser detectado el atropello).
El cinturón de seguridad.
Desde que Ford
ofreciese el cinturón de seguridad (que tan sólo se
ajustaba a la cadera) como equipamiento opcional
en algunos de sus vehículos en el año 1956, pasando
por el desarrollo del cinturón de tres puntos (con ajuste
por encima del hombro) que comercializó Volvo a
partir de 1959, el cinturón es el sistema de seguridad
pasiva más eficaz de todos cuantos existen. Sin
embargo, uno de cada cinco ocupantes de turismos
y furgonetas fallecidos por accidente de tráfico en vías
interurbanas durante 2008 no hacía uso del cinturón
de seguridad. El cinturón de seguridad ha de utilizarse
tanto en las plazas delanteras como traseras, y los
niños siempre deben ir bien abrochados por medio
de los sistemas de retención infantil. Si no se hace
uso del cinturón de seguridad, ante una colisión frontal
el ocupante sigue moviéndose hasta que algo le para,
normalmente el volante, el salpicadero o la luna
parabrisas.
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Nº 41 - Julio / Septiembre 2009
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Dantescos retratos de vehículos destrozados abren el
telón de las crónicas televisivas que hablan de siniestros viales.
En ocasiones escuchamos que no ha habido que lamentar
daños personales. Inevitablemente, nos preguntamos cómo
es posible que los inquilinos del amasijo de hierros puedan
haber escapado incólumes de la tragedia. La respuesta está
en aquellos sistemas de seguridad que entran en funciona-
miento durante los fugaces instantes en los que se desarrolla
un accidente. Al activarse, mitigan la probabilidad de lesión
de los ocupantes del vehículo y, a veces, también de los peato-
nes. Se trata de la seguridad secundaria, popularmente
conocida como seguridad pasiva.
Daniel Espinosa
El cinturón de seguridad ha de utilizarse
tanto en las plazas delanteras como traseras, y
los niños siempre deben ir bien abrochados por
medio de los sistemas de retención infantil
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