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Olvidemos tiempos pretéritos. Centremos nuestra
atención única y exclusivamente en el número de falle-
cidos y heridos graves en carretera durante los meses
de julio y agosto del último año: 364 muertos y 1671
heridos graves. 6 muertos y 27 heridos graves cada
día en accidentes de tráfico en carretera. Un precio
demasiado alto, excesivo, pero evitable.
La resolución de un problema pasa, en primer
lugar, por el reconocimiento del mismo. Se trata de
una tragedia mitigada en los últimos años, atenuada
por el todavía fresco recuerdo de insanos periodos
en los que se registraban hasta 22 fallecidos al día;
pero en ningún caso un problema solucionado, al
menos, de momento.
El factor humano
Unas mejores infraestructuras y vehículos que
incorporan nuevos sistemas de seguridad han contri-
buido, de manera muy efectiva, a conquistar un
significativo descenso en el número de fallecimientos
en carretera derivados de los accidentes de tráfico.
No obstante, otro factor ha sido determinante: el
conductor.
“Cojo el coche tras haber tomado unas copas y
tomo caminos alternativos para evitar los controles
de la policía” ha dejado de ser motivo de orgullo. Lo
mismo sucede con quien presume de hacer un
recorrido de “350 kilómetros en dos horas” o con aquél
que no lleva el cinturón abrochado porque “no sirve
para nada”. Han dejado de ser parte integrante de la
sociedad de conductores y han pasado a ser parias
a los que solamente unos pocos ríen las gracias. Entre
26 millones de conductores, resulta difícil, pese a la
ya escasa aceptación social y a los esfuerzos de los
agentes encargados de la seguridad del tráfico,
erradicar por completo a los vándalos de la carretera:
violentos conductores que no valoran su vida ni la
del resto; o ignorantes que todavía no se dan por
enterados de los peligros que suponen ciertas prácticas
durante la conducción.
Por desgracia, pese a cumplir con excelencia
altísimos estándares de seguridad bien por pleno
convencimiento, bien por miedo a las multas, nadie
está a salvo de verse envuelto en una situación de
riesgo que pudiera derivar en accidente.
El análisis de los factores concurrentes en la
siniestralidad del verano de 2010 nos indica en qué
líneas conviene centrar los esfuerzos para reducir esas
situaciones de riesgo: en el 42% de los accidentes
mortales aparece la distracción como factor concu-
rrente, en el 27% la infracción a la norma y en el
21% una velocidad inadecuada.
Destacan otros datos entre las cifras de accidentes
veraniegos de 2010, tales como que el 53% de los
niños fallecidos que viajaban en turismo no hacía uso
de ningún elemento de seguridad, un ligero repunte
de los accidentes mortales en autopista y autovía (24
fallecidos más que en 2009 en este tipo de vías) o
que las salidas de vía siguen siendo el tipo de accidente
más frecuente (36%).
¿Qué podemos hacer?
Llega el momento de plantearse qué hacer para
evitar las situaciones de riesgo que pueden contribuir
a la producción de accidentes. ¿Qué más podemos
hacer?
Se mejoran las infraestructuras y se investiga en
nuevos pavimentos más seguros y sostenibles
(www.proyectofenix.es), en barreras de protección
menos agresivas (http://smartrrs.unizar.es), en el
desarrollo de nuevos sistemas de seguridad pasiva para
motoristas (proyecto DENDRA) o en nuevas tecnolo-
gías de seguridad primaria y secundaria en los
automóviles. Los conductores somos más precavidos,
cautelosos y prudentes, conscientes del peligro que
Las conductas antisociales han dejado de estar bien
vistas entre nosotros. Éste ha sido uno de los puntos
clave, sin lugar a dudas, en la reducción en el
número de víctimas en las carreteras.
Seguridad vial
Resultados accidentalidad en carretera en los meses de verano
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Nº 46 - Octubre / Diciembre 2010
364 fallecidos y 1671 heridos graves durante los
meses de julio y agosto del último año. 6 muertos
y 27 heridos graves cada día en accidentes de tráfico
en carretera. Un precio demasiado alto, excesivo,
pero evitable.