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n caso de producirse una colisión frontal entre
dos vehículos, o entre un vehículo y cualquier otro
obstáculo, la severidad de los daños sufridos por el
coche es función cuadrática de la velocidad. A muy
baja velocidad, en torno a los 4 km/h, los daños
pueden presentarse únicamente en el paragolpes, sin
más consecuencia que algún arañazo en la pintura.
A una velocidad un poco más alta, entre 10 y 15 Km/h,
los daños son más serios, pudiendo verse afectados
el paragolpes, la rejilla delantera, las ópticas, el radia-
dor de refrigeración del motor, el radiador del
climatizador, la aleta lateral, y por supuesto el capó.
A velocidades todavía más altas, en torno a los
entre 40 y 50 Km/h, ya no sólo debemos hablar de
danos materiales, sino también de daños personales
sufridos por los ocupantes, siendo estos últimos los
que más atención requieren.
Es aquí donde aparece el término de “seguridad
pasiva”, definido como el conjunto de medidas
encaminadas a minimizar las lesiones que puedan
sufrir los usuarios de un automóvil en caso de produ-
cirse un siniestro. Dentro de ese conjunto referido
como seguridad pasiva podemos encontrar medidas
muy dispares, como puede ser un diseñó geométrico
“blando” del interior del habitáculo, entendiendo
como tal, un diseño con pocas aristas y con superfi-
cies enrasadas. Otro ejemplo de seguridad pasiva, es
el diseño de una columna de dirección articulada para
evitar en lo posible su retroceso, y posible impacto
sobre el tórax del conductor. Otros ejemplos de seguri-
dad pasiva, tal vez más evidentes, son el cinturón de
seguridad y el air-bag. Ambos reducen considerable-
mente el riesgo de sufrir lesiones en caso de colisión
frontal. De cualquier modo, todas las medidas son
igualmente eficaces, aunque en ocasiones, algunas
de ellas no sean patentes, ni visibles comercialmente.
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Nº 49 - Julio / Septiembre 2011
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En ocasiones, no todas las medidas de
seguridad son patentes ni comercialmente
visibles.
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