Lluvia
El primer problema generado por la lluvia es la
reducción de visibilidad. La activación de los limpia-
parabrisas, que conviene cambiar una vez al año,
junto con el líquido homónimo, consentirá al conduc-
tor una vista diáfana a través del cristal mientras persiste
la lluvia.
Las primeras gotas de lluvia sobre la vía se
mezclan con restos de suciedad, como la tierra o el
polvo que permanecen en la carretera. Son momen-
tos de especial peligro, en los que el firme se hace
más deslizante. La atención por parte del conductor,
para poder reaccionar en el menor tiempo posible,
ha de ser extrema.
Con la lluvia puede aparecer, y en muchos de
los accidentes analizados por CENTRO ZARAGOZA
es el origen, el temido aquaplaning. Este fenómeno
se produce cuando un vehículo circula sobre una balsa
de agua y sus neumáticos no son capaces de desalo-
jar la cantidad suficiente de líquido para seguir en
contacto con el pavimento. Cuatro factores, princi-
palmente, contribuyen al aquaplaning: la profundidad
de la película de agua –a mayor profundidad, más
fácil es que se produzca–; el dibujo de los neumáti-
cos –cuanto menor sea la profundidad del dibujo,
menos agua será capaz de desalojar–; la presión de
los neumáticos –una presión diferente a la señalada
por el constructor del vehículo hará que el compor-
tamiento de los neumáticos no sea el adecuado–; y
la velocidad –cuanto más rápido nos desplacemos,
menos tiempo le daremos a los neumáticos para que
puedan desalojar el agua.
Evidentemente, habría que evitar la producción
del aquplaning, tratando de no pasar sobre concen-
traciones de agua, reduciendo la velocidad y vigilando
la presión y el dibujo de nuestros neumáticos antes
de salir de viaje. Pero si no hemos hecho los deberes
y nos vemos inmersos en esta peligrosa situación,
conviene conocer determinados aspectos para evitar
que se agraven las consecuencias cuando nos encon-
tramos con este problema. Con nervios de acero,
manteniendo la calma, se debe sujetar firmemente el
volante, sin soltar de forma brusca el acelerador ni
pisar el freno. Cuando los neumáticos vuelvan a entrar
en contacto sobre el firme, debemos estar prepara-
dos para volver a tomar el control de nuestro
vehículo.
Hielo y nieve
Cuando hay nieve o hielo sobre la calzada, los
neumáticos de invierno proporcionan al vehículo un
mayor agarre, lo que se traduce en mayor tracción y
control, y mejor frenada. Este tipo de neumáticos, que
incorporan sílice en su composición, también funcio-
nan mejor que los convencionales cuando circulamos
en seco y la temperatura es inferior a 7ºC.
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Nº 50 - Octubre / Diciembre 2011
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Si nos vemos inmersos en una situación de
aquaplaning, en la que comprobamos que los
neumáticos dejan de estar en contacto con el
pavimento, se debe sujetar firmemente el volante
manteniendo la calma, sin soltar de forma brusca
el acelerador ni pisar el freno.
La lluvia provoca una reducción en la visibilidad.