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Nº 67 - Enero / Marzo 2016

www.centro-zaragoza.com

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contrasta con la agresividad que presenta en países

del norte o este de Europa, donde la lluvia es más

frecuente y la nieve y el hielo son habituales durante

todo el invierno. Estas condiciones tan adversas exigen

el vertido de grandes cantidades de sal para hacer las

carreteras transitables, sal que termina por todas las

partes del vehículo, siendo la principal causa de corro-

sión, y exigiendo, por tanto, un elevado grado de

protección anticorrosiva para los vehículos que

circulan por esas vías. Estos condicionantes han

llevado a la industria automovilista europea al

desarrollo e implantación de unos excelentes siste-

mas de protección anticorrosiva, que permiten ofrecer

de garantías tan amplias como las indicadas y que

en nuestro país, con una edad media de “jubilación”

del parque automovilístico en torno a los 11,5 años,

y superior al resto de Europa, han demostrado su

valía.

Tradicionalmente, todos los sistemas de protec-

ción anticorrosiva han basado sus propiedades en

preservar el acero del contacto con el aire y con el

agua. Por ello se han mejorado constantemente dos

de las características más importantes de los recubri-

mientos: la continuidad y la adherencia.

La continuidad de un recubrimiento está relacio-

nada con el índice de porosidad que pueda presentar,

puesto que la presencia de cualquier poro supone una

vía abierta para el contacto con el agua y la oxida-

ción del sustrato. La porosidad se reduce con un

espesor adecuado del recubrimiento, y la posibilidad

de que un poro deje descubierto el acero se minimiza

todavía más, con un sistema de recubrimientos múlti-

ple, como los utilizados en la actualidad, puesto que

la probabilidad de que coincidan superpuestos un poro

de cada capa de recubrimiento es muy baja.

Por otra parte, el problema de la discontinuidad

del recubrimiento se ve agravado por el hecho de que

los productos de la corrosión (herrumbre), que no deja

de ser una transformación química, son más volumi-

nosos que el material que los origina, lo cual da lugar

a la formación de ampollas y desconchado del recubri-

miento, de ahí los esfuerzos realizados por mejorar

la adherencia de los sistemas protectores como medio

de contener la corrosión únicamente en la zona descu-

bierta.

La presencia de cualquier fallo en los

recubrimientos supone una puerta abierta

para la corrosión.