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09.11
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Un descapotable divertido y
asequible, el Mazda MX-5 Iruka
El coche de los
domingos
E
El
MX-5
de
Mazda
no es el descapotable más vendido por casuali-
dad; es estéticamente agraciado, de tamaño compacto, tiene un pre-
cio contenido y, sobre todo, es muy divertido gracias a su agilidad, deportivi-
dad y motores a los que les gusta girar en la parte más alta del cuentarrevolu-
ciones. La marca japonesa puso al día el MX-5 y ahora, aparte de estar dispo-
nible en techo de lona, también lo está con un techo rígido retráctil. Dentro de
esta variedad encontramos la unidad probada, la serie especial Iruka que
monta el motor gasolina 1.8 de 126 CV y que podemos conseguir por menos
de 26.000 euros.
Volviendo al techo retráctil, éste aporta un plus de comodidad porque se plie-
ga rápidamente a pesar de que sigue siendo necesario desbloquearlo manual-
mente en el habitáculo. Una vez desplegado el techo y con la melena al vien-
to, este MX-5 se erige como la gran diversión de los domingos. Conducirlo es
un gozada, su motor, sin ser excesivamente potente, aporta su dosis de adre-
nalina sobre todo por cómo entrega la potencia, más parece una moto depor-
tiva japonesa por su ausencia de bajos, pocos medios y la mayoría de su ener-
gía en los regímenes altos de giro. En marcha, podemos apurar las marchas
hasta la parte más alta del cuentavueltas para notar su poderío lo cual tiene su
precio, un consumo nada contenido de 7 litros en ciclo combinado.
El comportamiento dinámico busca también la diversión e, incluso hasta se
pasa de la raya, el eje trasero es muy nervioso y tiende a perder el control.
Sabiendo controlar esta tendencia, el MX-5 es divertidísimo, si no somos ex-
pertos, incluso nos podemos llevar algún susto. Una ayuda al respecto es su
tamaño contenido de poco más de cuatro metros que hace de este roadster
un coche muy ágil. Las carreteras de curvas son, por tanto, su hábitat natural.
En cuanto al interior, obviamente, la habitabilidad no es una de sus priorida-
des por lo que es un coche pequeño delante, sobre todo por su estrechez, y
detrás, nada, ya que estamos ante un biplaza. Tampoco el maletero invita a
grandes viajes ya que se queda en unos exiguos 150 litros.
El monovolumen de siete plazas
Chevrolet Orlando
Espíritu americano
E
Todos aquellos que estén pensando en comprar un monovolumen de
siete plazas ya pueden ir ampliando su catálogo de opciones y estu-
diar la propuesta de
Chevrolet
, el
Orlando
, un modelo cuya relación cali-
dad-precio-equipamiento puede resultar imbatible.
El Orlando es un monovolumen de siete plazas de gran tamaño (4.652 mm) y
estética robusta en la que Chevrolet no ha disimulado su origen estadouni-
dense con un morro más acusado de lo habitual en este tipo de monovolú-
menes y un aspecto cuadrado y voluminoso. El interior es amplio, con tres fi-
las de asientos y recurre a su gran tamaño para que las dos plazas de la última
fila sean “decentes”. Sin embargo, en términos de polivalencia se sitúa por de-
bajo de sus competidores, sobre todo porque la segunda fila no es corredera,
tal como ocurre en la mayoría de sus rivales. Merecen especial mención los
acabados interiores que, a excepción de algunos plásticos de tacto parco, son
de calidad (muy buena en relación con el precio del coche) y la excelente re-
lación equipamiento-precio. En la componentística del modelo se nota la
mano de
Opel
marca con la que comparte piezas como el volante o los man-
dos de la columna de dirección.
Del Orlando también nos gustó el motor de la unidad probada, un dos litros
VCDI diésel de 163 CV y el comportamiento dinámico. La respuesta del pro-
pulsor es realmente brillante, tanto en prestaciones como en aceleración y si-
lencio de marcha y, muy importante, en consumos (6 litros justos en ciclo
combinado). De origen
Fiat
, se nota que los motores de
Fiat PowerTrain
han dado un salto hacia una nueva generación. De comportamiento muy no-
ble, mérito del chasis, en el tarado de las suspensiones prima el confort (no
olvidemos que se trata de un monovolumen) pero mantiene el tipo sobrada-
mente si le exigimos un poco de “diversión”.
En definitiva, el Chevrolet Orlando es un buen producto comercializado a un
precio aún mejor. Ahora falta por ver si cuaja en el mercado con el sello de la
marca americana en el morro o si hubiera sido mejor ponerle el apellido de
Adam Opel.