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ABRIL-JUNIO 2007
la revista Comforp
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con nombre propio
Una de las preguntas que constantemente me hacia,
era la siguiente: ¿Por qué en nuestra Formación Profe-
sional de Automoción tenemos pocas alumnas? La pre-
gunta no era baladí. Y todo, porque descubrí que un
sector como el Ejército, ya contaba con un 10% de mu-
jeres. Lo mismo ocurría con la Guardia Civil o la Policía
Nacional.
S
i no es una cuestión de dureza en la profesión,
¿cómo no existen mujeres que se dediquen a la
reparación de vehículos?
Mecánicas, muy pocas,
pero Carroceras, ni hablar.
¿Qué es lo que hace que las
muchachas actuales no inicien su vida laboral en la re-
paración del automóvil?
Existe una importante demanda
y dentro del mundo del automóvil, las tenemos en ven-
tas, marketing, fabricación e incluso puestos ejecutivos de
gran importancia, etc…pero no en la reparación o mejor
dicho, en la postventa.
Sin dilación, me acerqué al mundo empresarial y les
planteé esta cuestión, ya que pensaba que podría ser un
obstáculo la condición sexual para el desarrollo de esta
profesión.
¡¡¡Pero qué dices!!! –me contestaban. Estamos deseo-
sos de incorporar en el mundo de la reparación a la
mujer.
Con lo personal que es un vehículo y donde la deci-
sión de comprarlo ya no es del hombre. Somos afortunados
por la emancipación social y económica de nuestras mu-
jeres. Quiero que sepas, que hay determinados vehículos
que son comprados más por mujeres que por hombres. Y,
sobre todo, hemos realizado estudios sobre satisfacción
de los clientes y a una mujer le gustaría hablar de los pro-
blemas de su vehículo, principalmente, con… otra mujer.
Además, nos han demostrado que tienen un mayor grado
de fidelización que los hombres a la hora de acudir a un
mismo taller.
Entonces…¿dónde está la raíz del problema?
Después
de un cierto tiempo sin saber porqué, la clave me la dio
unas Jornadas sobre Formación Profesional que se desarro-
llaban a nivel comarcal en la Campiña Sevillana y donde
teníamos un stand para explicar a los alumnos que acudían
qué tipo de Ciclos Formativos desarrollábamos. Y sin pen-
sármelo, me fui a preguntar a las “soldados” mujeres del
stand del ejército.
La pregunta fue muy directa.
¿Cuál ha sido el mayor
problema que habéis tenido para incorporaros al Ejér-
cito?
La respuesta fue tan sorprendente como inesperada.
EL MAYOR PROBLEMA FUE MI FAMILIA y en concreto nuestra
madre.
¡Hija!, ¿cómo te vas a meter en una profesión
donde solo hay hombres? ¿Es que no te gustaría hacer
otra cosa? ¡Mira que es muy dura y poco femenina!
Una soldado que repara vehículos BMR del Ejército me lo
corroboró: ¡Fue tan grande la presión que tuve, que
hasta que no cumplí los 18 años, no pude hacerlo. A mí
me apasiona la mecánica! – decía, como si existiese in-
comprensión por parte de donde más apoyo necesitaba:
su familia.
Comprobada la raíz del problema, ¿qué podíamos
hacer?
La respuesta era fácil. Un curso sobre Mecánica
del Automóvil para Mujeres, donde pudiéramos acercar el
mundo de la reparación a la raíz del problema, las Ma-
dres de nuestras alumnas. Y dicho y hecho. Se gestionó
el primer curso con tres ingredientes: ayuda del área de
igualdad del Ayuntamiento, horario muy adecuado para
hacerlo atractivo y sobre todo que fuera de “iniciación
a la mecánica del automóvil”. Corto, agradable y sobre
todo, para desmontar, los prejuicios creados para la mujer
en esta profesión.
-Lo hice porque estaba harta de pedir ayuda siempre
a mi marido. Anda que no lo vendía caro ¬
– me decía un
ama de casa que necesitaba el coche pues vivía lejos del
colegio de sus hijos.
-Yo estoy soltera. Y me gustaría conocer mi coche
para poder llevar el mantenimiento básico sin pedir
ayuda –
nos comentaba una administrativa independiente,
que estaba viviendo en este pueblo.
¿Cuáles eran los objetivos?
Que se corriera la voz. Y
así fue. Aunque la idea no era tan novedosa, lo que sí es-
taba claro es que debíamos deshacer entre las mujeres
“madres” unos esteriotipos que no correspondían con la
realidad.
-
¡Es que no tengo fuerza para utilizar una llave¡¬-
ponían como excusa.
-
Pues utiliza una herramienta neumática¬-
les con-
testaba.
-
¿Y si estoy en la carretera?-
buscando las cosquillas.
-
Haz un brazo de palanca con un palo y veras que
fácil te resulta –
volvía a contestarles.
Al pasarle la encuesta de final de curso, mi sorpresa es
que habían valorado este curso con un 9 sobre 10 y que
querían profundizar un poco más. Ahora a esperar el boca
a boca.
El automóvil:
femenino plural